Hacía tiempo que quería conocer este pequeño pueblo portugués y la verdad es que ha merecido la pena viajar hasta allí. Con sabor marinero, como lo testimonian los pescadores que se ven por la calle, sentados cosiendo sus redes de pesca son casi sacados de un tratado de folklore. De la parte baja, donde se encuentra la playa y la zona de restaurantes, podemos ascender mediante el funicular, con cien metros de desnivel y con una pendiente del 40%, a otro barrio del pueblo, permitiéndonos desde allí, disfrutar de una vista apoteósica sobre el mar. Tranquilo, pintoresco y típico pueblo de pescadores que mantiene sus tradiciones, viviendo por y para el mar. Sus secaderos de pesacado (carapaus secos), sus calles estrechas, sus mujeres vestidas tradicionalmente, sus comercios, su tranquila y sosegada mirada hacia el mar, creo que lo hacen especial.
sábado, noviembre 17, 2007
NAZARÉ
Hacía tiempo que quería conocer este pequeño pueblo portugués y la verdad es que ha merecido la pena viajar hasta allí. Con sabor marinero, como lo testimonian los pescadores que se ven por la calle, sentados cosiendo sus redes de pesca son casi sacados de un tratado de folklore. De la parte baja, donde se encuentra la playa y la zona de restaurantes, podemos ascender mediante el funicular, con cien metros de desnivel y con una pendiente del 40%, a otro barrio del pueblo, permitiéndonos desde allí, disfrutar de una vista apoteósica sobre el mar. Tranquilo, pintoresco y típico pueblo de pescadores que mantiene sus tradiciones, viviendo por y para el mar. Sus secaderos de pesacado (carapaus secos), sus calles estrechas, sus mujeres vestidas tradicionalmente, sus comercios, su tranquila y sosegada mirada hacia el mar, creo que lo hacen especial.
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