Hace pocos días he visitado una ciudad castellana, entre otras, que me ha llamado la atención además de por su encanto, por su contexto histórico y por los vestigios de diferentes estilos que permanecen en ella.
Una ciudad limpia, llena de palacios y casonas blasonadas que deleitan el paseo de cualquier turista, perdido por sus estrechas y angostas calles. Ciudad Rodrigo llamada por los celtas Miróbriga y por los romanos Augustóbriga situada en el suroeste de la provincia de Salamanca, limitándo casi con Portugal, ha sido testigo de infinidad de guerras y conflictos. Su joya arquitectónica es la catedral. Se necesitaron más de dos siglos para su construcción y en ella aparece el estilo románico, gótico y también se pueden observar los rasgos neoclásicos de su campanario.
El rey Enrique II de Trastámara mandó levantar un fastuoso castillo que hoy acoge el Parador de Ciudad Rodrigo. Palacios como el de los Castros, de los Águila, Casa de los Vázquez, amén de iglesias, capillas y hospitales hacen de esta ciudad fortificada lugar idóneo para perderse entre sus calles que rezuman historia por los cuatro costados.
El rey Enrique II de Trastámara mandó levantar un fastuoso castillo que hoy acoge el Parador de Ciudad Rodrigo. Palacios como el de los Castros, de los Águila, Casa de los Vázquez, amén de iglesias, capillas y hospitales hacen de esta ciudad fortificada lugar idóneo para perderse entre sus calles que rezuman historia por los cuatro costados.
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