Cualquier momento es bueno para recordar a los grandes maestros de las letras, en este caso a uno de los mejores poetas de todos los tiempos, el gran satírico del Siglo de Oro, D. Francisco Quevedo Villegas. Los restos del poeta Francisco de Quevedo se han despositado definitivamente en la parroquia de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real). Después de más de 300 años de su muerte los restos del poeta descansan en el lugar que deseaba ser enterrado.
Cuando el autor del Buscón fué detenido se dedicó a la lectura, como demuestra la Carta moral e instructiva dedicada a un amigo suyo.
"Desde las diez a las once rezo algunas devociones, y desde esta hora a la de las doce leo en buenos y malos autores; porque no hay ningún libro, por despreciable que sea, que no tenga alguna cosa buena, como ni algún lunar el de mejor nota. Catulo tiene sus errores, Marcus Fabius Quintilianus sus arrogancias, Cicerón algún absurdo, Séneca bastante confusión; y en fin, Homero sus cegueras, y el satírico Juvenal sus desbarros; sin que le falten a Egecias algunos conceptos, a Sidonio medianas sutilezas, a Ennodio acierto en algunas comparaciones, y a Aristarco, con ser tan insulsísimo, propiedad en bastantes ejemplos. De unos y de otros procuro aprovecharme de los malos para no seguirlos, y de los buenos para procurar imitarlos. "
Recreándome en su poesia amorosa ( fué la más importante del Siglo XVII) he extraido este soneto del gran cantor del amor y de la mujer.
DEFINIENDO EL AMOR
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida, que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido, que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada,
el que en todo es contrario de sí mismo.
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