jueves, marzo 20, 2008

Convento de los Dominicos







A la entrada de un singular convento del S.XVI, en Zafra, aparece un cartel que dice: "Llamen a la campana". La visita se disponía interesante, por lo que así lo hicimos y con energía tocamos la sonora esquila. Salió a recibirnos una diligente señora que nos explicó la historia del edificio de los monjes Dominicos, utilizado en la actualidad como bodega, donde se realiza el proceso de envejecimiento de los excelentes caldos que en las barricas de robles francés descansan. Allí, entre sus gruesos muros, símbolo de recogimiento, altas bóvedas y manantiales naturales que recorren su interior, "duermen" los vinos. Las condiciones de temperaturas y humedad, que se dan, lo hacen lugar excepcional para tal proceso.






Las sensaciones que se producen al penetrar en el convento son perfectamente perceptible, una temperatura suave, un olor moderado a humedad y el sonido relajante del murmullo del agua al fluir de un manantial; todo ello contribuye a que te vayas trasladando e introduciendo a este apasionante mundo. En la parte superior se puede ver un museo etnográfico donde hay piezas propias de las labores relacionadas con el sector vitícola. Una sala de exposiciones que antaño fueron destinadas a las celdas de los monjes. Y sobre el claustro, hoy cubierto, una pequeña plaza de toros cuadrada, que en ocasiones fue utilizada por los actuales propietarios del antiguo convento. Esta bodega-museo produce vino joven, de crianza, de reserva y gran reserva. Blancos, tintos y rosados.
A la salida, en la sacristía, después de ser invitados a degustar un vino, hay un dicho que dice :

"El que bebe
se emborracha,
el que se emborracha
duerme ,
el que duerme
no peca ,
el que no peca
va al cielo ,
puesto que al cielo vamos,
bebamos"


sábado, marzo 08, 2008

Pompeya y el Vesubio


Es esta una interesante exposición, donde se muestran los restos de una catástrofe ocurrida en la falda del Vesubio, allá por el siglo I d.C.. Sólo visitable en Madrid, Salamanca y Mérida, los testigos que aquí pueden observarse (terracotas, vidrios, bronces, mármoles, cerámica, oro y plata ) dan a conocer la riqueza y la exquisitez que existía en aquella época y la desesperación que tuvieron que sentir los habitantes de tan esplendorosa urbe, cuando la impetuosidad del Vesubio les sorprendió.