"Cierto día de verano de 1791, Mozart recibió en su casa una visita que le inquietó, la de un mensajero de alquien que anónimamente le proponía a Mozart la creación de una misa de difuntos.... La literatura romántica presenta a un Mozar inquieto ante esta presencia y que cree que esa misa de difuntos será escrita no sólo por él mismo, sino también para si mismo.
El compositor comenzó a trabajar la obra un 6 de septiembre y murió el 5 de diciembre de ese mismo año (1791). Mozart aceptó, por supuesto, pues necesitaba el dinero, la creación de la que sería la más enigmática de sus obras y una de las cimas de toda la historia de la música, el Requiem K.626.
El Réquiem en re menor fue la última obra maestra de este genial compositor, y ha tenido siempre una existencia rodeada de misterio y controversia que no ha cesado hasta hoy."
Y precisamente ayer pude compartirla junto con otras 1500 personas, reunidas en la parróquia de la Purificación en Almendralejo. Prodigioso espectáculo gracias al trabajo de cantantes, instrumentistas, solistas y al director, miembros todos de varios Conservatorios regionales y nacionales. Llevado a cabo en un marco muy apropiado, donde los instrumentos y las voces parecian llorar al unísono.